sábado, 11 de mayo de 2013

Ese nombre era el tuyo


Sobran las palabras al pensar en ti, las miradas hablan solas,
Los gestos son cada vez más intensos, eres pura armonía, un sin fin de emociones. Pues tú mujer con tu luz, con tu ternura, ¡con esa fuerza que desprendes! has sembrado en mi la ilusión de tenerte, de besarte, de abrazarte… ¡de hacerte mía!.
Pues no hay nada más bello que tu risa, esos ojos clavándose sobre mis pupilas, ¡ay mujer! Lo que yo daría por un beso… ese leve roce que provocará en mi alma la mayor de las sensaciones.
Me estremezco al recordar esas noches en las que en mi interior un nombre se repetía, al compás de un dulce murmullo que provocaban tus susurros, a lo lejos, llamándome.
El rugir de las olas, el soplar de ese viento que remueve por dentro… así eres tú ¡oh mujer! Sólo tú desatas tempestades en mi interior, apaciguando mis noches oscuras, llenando de esperanza un destino que lleva tu nombre, ¿no es cierto que el sol nace cuando tu amaneces?... ¡ven y dímelo! 

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