Sobran las palabras al pensar en ti, las miradas hablan
solas,
Los gestos son cada vez más intensos, eres pura armonía, un
sin fin de emociones. Pues tú mujer con tu luz, con tu ternura, ¡con esa fuerza
que desprendes! has sembrado en mi la ilusión de tenerte, de besarte, de
abrazarte… ¡de hacerte mía!.
Pues no hay nada más bello que tu risa, esos ojos clavándose
sobre mis pupilas, ¡ay mujer! Lo que yo daría por un beso… ese leve roce que
provocará en mi alma la mayor de las sensaciones.
Me estremezco al recordar esas noches en las que en mi
interior un nombre se repetía, al compás de un dulce murmullo que provocaban
tus susurros, a lo lejos, llamándome.
El rugir de las olas, el soplar de ese viento que remueve
por dentro… así eres tú ¡oh mujer! Sólo tú desatas tempestades en mi interior,
apaciguando mis noches oscuras, llenando de esperanza un destino que lleva tu
nombre, ¿no es cierto que el sol nace cuando tu amaneces?... ¡ven y dímelo!