sábado, 24 de diciembre de 2011

Te esperaré como flor a su rocío,
te extrañaré aún sabiendo que no eres mía,
pues en estos versos encuentro el estío,
bramando libre se hallará mi corazón este día.

Rozando levemente cada suspiro que ahora se pierde,
¡sí! pues no estás para sentirlo, la melodía del atardecer suena sin cesar,
fuerte, exaltada, fugaz, ¡como tú!.

Largas son las madrugadas desde que las estrellas no muestran tu nombre,
pero a pesar de la oscuridad siempre hay algo que despierta tenuemente la verdad.

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