Como rosa en el desierto,
como flor sin el rocío.
¡Tal era mi desvarío!
que escuché su risa, clavándose en mi oído.
¡No era ella!
más cerré los ojos,
¡no la quise ver!
Invadía mi corazón, como maleza
que cubre todo el esplendor.
Se cubrió de oscuro, la tormenta hacía presencia,
la lluvia con fuerza caía,
el viento soplaba impasible
¡Y yo me moría de celos!
Un eterno tormento,
un inminente vacío,
una turbia espera,
¡Todo seguía baldío!
El tiempo no será testigo,
tampoco la codicia de tus besos,
¡Vete lejos!, No quiero ser tu prisionera.
¡Olvida las palabras!
no recites mis versos,
desencadena este enfurecimiento,
¡Camina firme y ligero!.
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